EDITORIAL
Seguimos en un gran sector de este mundo enfermo, a decir del Papa Francisco, no sólo de la “Depresión” sino de múltiples patologías causadas por diversos agotamientos extremos.
Así estamos, no es de extrañar, pero sí de tomar el asunto con mayor interés y preocupación.

Sabemos muy bien que muchas de estas enfermedades actuales cansan el corazón de desilusiones y heridas del pasado, pesos que hay que cargar y múltiples injusticias que hay que soportar, en el presente, incertidumbre y preocupaciones por el futuro. El error cuando las cosas van mal, muy mal, y se permanece donde se encuentra, sin levantarse.
No faltan las orientaciones seguras, luces en las incertidumbres, para enfrentar complejas anomalías. La primera palabra de Jesús al aparecer públicamente: “El Reino de Dios tan ansiado ha llegado; cambien de mente y de corazón”; una nueva relación de amorosidad entre las personas, incluyendo a todos, hasta a los ingratos y malos (L 6,35). Lo que prevalece ahora es la proximidad de Dios hecha de justicia y misericordia, y de fe. En palabras de Julio Lancelloti hemos sido desafiados a vivir el “Amor a la manera de Dios” (título de su libro, Planeta, 2021) empezando por la gente de la calle, los pobres cobardemente odiados por la “élite del atraso”. El cristianismo verdadero y real es vivir esa Tradición de Jesús: Justicia – Misericordia – Fe. Por esta razón, Jesús, aun resucitado, continúa dejándose crucificar con todos los crucificados de la historia de las más diversas modalidades.
Hemos experimentado de todo en la ya larga historia humana, pero todavía no hemos experimentado colectivamente amar al modo de Jesús, de Dios Padre.
¿Llegaremos a ver aceptada un día la proximidad de Dios, independientemente de la situación moral, política e ideológica de las personas (pensemos en los torturadores de las dictaduras militares) aunque lo rechacen explícitamente y abrasen en su nombre? ¿Ganará centralidad esta verdadera revolución transformadora del mundo? Esta es una Increíble Revolución vivida por pocos y rechazada por muchos: la proximidad amorosa de Dios.

Así lo interpreta la exhortación pastoral de Venezuela: “Todo Reino que se divide, corre a la ruina” (Mt. 12,25): mensaje de la esperanza en el amor de Dios, de compromiso personal y comunitario para la refundación de nuestro país, en medio de tantas calamidades y sufrimientos que nos aquejan.
Tan oportuna y ocurrente como siempre, MacKy Arenas ofrece el tema: “El olor del Poder”, en un par de páginas. Presume madurez y sensatez para digerirlo sanamente. Lo ofrece, creo, a los insatisfechos, quienes con “calma y cordura serán luz en las incertidumbres que vivimos”.
San Francisco: “el último cristiano patrono de la Ecología”, quien según el historiador Arnold Toynbee, y el filósofo Max Schefer profesor de Martín Heidegger, Francisco ha sido el mayor hombre que produjo Occidente. Ha pasado a ser el hermano universal. Leonardo Boff nos presenta tres características, entre otras, que marcan su personalidad: la pobreza, la fraternidad y la minoridad.

Como conclusión del Boletín el tema sumamente original y moderno: “” cuando observamos con consternación en nuestro país y también en gran parte del mundo una ola de odio, de desprecio, de exclusión y de violencia simbólica y física que suscita la pregunta: ¿cómo se inscribe este dato siniestro dentro de la vida humana? Los investigadores del secreto de la vida humana nos aseguran por “naturaleza” y no simplemente por un proyecto personal o social, en nuestro ADN está inscrito el amor, la cooperación, la solidaridad y la compasión.
Tales palabras nos llevan a responder al odio. Tales actitudes nos dan la certeza y la garantía de que estos tiempos nefastos de ira y de odio pasarán.
Álvaro Lacasta s.j.
Boletín-NOVIEMBRE2021_compressed

Impactos: 0