Emergencia alimentaria y de agua en Kenia, Etiopía y Somalia (CLICK LEER MÁS)

El aumento de los precios de los alimentos, la sequía, los conflictos armados y las consecuencias de la pandemia del COVID-19 están arrastrando a la carestía a algunos de los países más pobres de África oriental. Da la alarma la Fundación CESVI – Cooperación y Desarrollo, que preanuncia una verdadera crisis humanitaria.

Giancarlo La Vella – Ciudad del Vaticano

“Todo lo que me rodea me recuerda la carestía y el hambre. Es por ello que ya no tengo marido ni hijos. Sueño con el momento en que tenga, aunque sea, una comida segura al día”. Es el dramático testimonio de Nawoi recogido por la Fundación CESVI – Cooperación y Desarrollo, en la aldea de Nasuroi, Kenia, donde la organización ha puesto en marcha proyectos de desarrollo agrícola y pastoral y de salud materno-infantil para apoyar a la población.

La inseguridad alimentaria ha alcanzado niveles dramáticos en todo el Cuerno de África (Etiopía, Kenia y Somalia), donde 20 millones de personas podrían enfrentarse a altos niveles de incertidumbre alimentaria aguda en septiembre, debido a una sequía excepcionalmente persistente. Sólo en Kenia más de 940.000 niños menores de cinco años sufren ya desnutrición severa. La sequía ha afectado los medios de vida de los agricultores y pastores, provocando una reducción de la producción de alimentos y la muerte de millones de cabezas de ganado.

En particular, en Kenia, donde se calcula que 4,1 millones de personas sufren inseguridad alimentaria grave, el 27% de la población padece hambre y sed, y más de 1,5 millones de cabezas de ganado han muerto. A una situación ya muy crítica, provocada por los conflictos armados entre clanes, las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia y los efectos del cambio climático, se suma el impacto de la guerra en Ucrania, que también tiene sus repercusiones negativas en África.

Testimonios dramáticos

“Desde el año pasado, hemos tenido muy poca lluvia. Los hombres y el ganado aún no han regresado, y no hay nada para nosotros por el momento”, dice Josephine Muli, que se aloja en el centro de nutrición de Ngaremara gestionado por el CESVI, donde su último hijo, gravemente desnutrido, está recibiendo atención médica.

Josephine, madre de nueve hijos, fue capaz de darse cuenta inmediatamente de que su hijo era “demasiado pequeño para su edad” por lo que recurrió al personal adiestrado para que pudiera ocuparse de él. El fenómeno de la desnutrición está tan extendido que las madres suelen considerar normales la desnutrición y el crecimiento anormal y lento de sus pequeños. La falta de alimentos y de agua suele afectar a los niños incluso antes de nacer y en los primeros meses de vida: 134.000 mujeres embarazadas o lactantes están gravemente desnutridas.

La pandemia y la guerra en Ucrania

Para empeorar la situación, ya agravada por la pérdida de medios de subsistencia de las familias debido a la pandemia de COVID-19, está la guerra en Ucrania: la interrupción de las importaciones causada por el conflicto está creando escasez de alimentos debido a los altos precios de las materias primas esenciales, entre ellas el trigo (el tercer alimento más consumido y el 86% del consumo total importado), el maíz, los forrajes (totalmente importados), los aceites comestibles y el combustible.

El conflicto está haciendo subir los precios en todo el Cuerno de África: el coste de la cesta de alimentos ya ha subido un 66% en Etiopía y un 36% en Somalia, dejando a las familias sin poder cubrir las necesidades básicas y obligándolas a vender sus propiedades y bienes ganados con mucho esfuerzo a cambio de alimentos y otros bienes vitales. En Etiopía, 4,4 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y 4,7 niños menores de cinco años corren el riesgo de sufrir desnutrición grave. La situación es también muy crítica en Somalia, donde se está gestando una auténtica hambruna: 7,1 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y más de 805.000 se han visto desplazadas desde octubre de 2021 por la sequía.

¿Qué soluciones?

Papa Francisco “De la crisis no se sale solo. Se sale arriesgando y tomando al otro de la mano”

“La única solución posible para hacer frente a la emergencia en el Cuerno de África es volver a la agricultura local y reapropiarse de los métodos autóctonos que se adaptan mejor al cambio climático”. Lo afirma Valeria Emmi, Advocacy and Networking Senior Specialist del CESVI. “Nos enfrentamos a una enorme crisis humanitaria: un verdadero desastre. Aquí la gente se muere de hambre y de sed”, explica Isabella Garino, Head of Mission del CESVI en el Cuerno de África. “Estamos distribuyendo agua y productos de primera necesidad, ofreciendo atención médica y programas de nutrición, colaborando con las comunidades de pastores y ganaderos más afectadas por esta emergencia climática y acogiendo a los desplazados internos”, dice.

Fuente: https://www.vaticannews.va/es

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