Intención del Papa Abril 2023: Por una cultura de la violencia (CLICK LEER MÁS)

Por una cultura de la no violencia

Oremos por una mayor difusión de la cultura de la no violencia, que pasa por un uso cada vez menor de las armas, tanto por parte de los Estados como de los ciudadanos”.

MENSAJE PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 50 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

Francisco, 8 de diciembre de 2016

En esta ocasión deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos. Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas.

Un mundo fragmentado

2. El siglo pasado fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos, pero hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes. No es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento de lo que fue en el pasado, ni si los modernos medios de comunicación y la movilidad que caracteriza nuestra época nos hace más conscientes de la violencia o más habituados a ella.

En cualquier caso, esta violencia que se comete «por partes», en modos y niveles diversos, provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente. ¿Con qué fin? La violencia, ¿permite alcanzar objetivos de valor duradero? Todo lo que obtiene, ¿no se reduce a desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos «señores de la guerra»?

La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos.

Más fuerte que la violencia

4. Muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. Cuando la Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo. Porque la fuerza de las armas es engañosa. «Mientras los traficantes de armas hacen su trabajo, hay pobres constructores de paz que dan la vida sólo por ayudar a una persona, a otra, a otra»; para estos constructores de la paz, Madre Teresa es «un símbolo, un icono de nuestros tiempos»

 2 de octubre de 2022 – Día Internacional de la No Violencia.

COMENTARIO PASTORAL

P. Fco. Javier Duplá s.j.

La violencia de cualquier tipo que sea es irracional, va contra la esencia del ser humano. Es una reacción que salta cuando la persona se deja llevar por el afán de poder, de tener, de envidiar al que tiene más o es mejor, de vengarse ante una ofensa real o supuesta. Los grandes conquistadores fueron violentos, despojaron a los demás de lo que tenían. Hablamos de Alejandro Magno, Napoleón, Stalin, Hitler, Mao-Tse-Dong y un sinfín más de violentos, cuyos nombres no hace falta recordar porque algunos están presentes en nuestros días. La gran diferencia entre los nombrados y los actuales es que estos pueden acabar con la vida humana por medio de las armas nucleares. Hiroshima y Nagasaki pueden llamarse hoy día, Berlín, Washington y Moscú. Es una locura almacenar ese tipo de bombas que pueden acabar siete veces con la Tierra.

Pero hay otro tipo de violencias mucho más cercanas como las que surgen entre marido y mujer, entre hermanos, entre vecinos, en el trabajo. No son letales normalmente, pero amargan la vida. Hay que desecharlas. Tenemos que reconciliarnos como nos lo pide Dios Nuestro Señor, y podemos hacerlo. Tenemos que reconciliarnos cada uno consigo mismo, con el adversario y con la naturaleza, y todo eso nos llevará a un gran abrazo de Dios. Reconciliarse, como dice muy bien Wikipedia, “es perdonar, es abandonar los odios, es generar confianza, es dialogar, es construir memoria, es reconstruir tejido social, es transformar”. Ya tenemos ahí toda una hoja de ruta a seguir. Perdonar es conocer la debilidad del que nos ha ofendido y ayudarle a no volver a cometer esos actos que nos perjudican a nosotros, pero también a él. Odiar es indigno del ser humano, es dar paso a lo peor de sí mismo y además indica un complejo de inferioridad que hay que saber superar. Generar confianza es la clave de las relaciones humanas que aplicamos todos los días cuando hacemos un negocio, cuando damos nuestra palabra, cuando miramos a los ojos, cuando hacemos una promesa; sin confianza en el prójimo el mundo se autodestruye. La reconciliación reclama el diálogo, un diálogo sincero, que reconozca lo bueno en lo que el adversario ofrece, que no trate de engañar corriendo la arruga para ganar tiempo y no ceder. Es construir memoria, es decir, apoyarse en lo que la memoria histórica nos enseña y dar ese legado a los que nos seguirán. Es reconstruir el tejido social, desgarrado actualmente, hecho jirones por tanta desidia y abuso; un tejido social que se teje construyendo empresas, dando trabajo, enseñando con la palabra y el ejemplo. En definitiva, la reconciliación transforma a fondo el país, la convivencia, las relaciones de unos con otros a todos los niveles y nos hace cuidar la naturaleza.

Pidamos a Dios con toda el alma en este mes de abril que seamos constructores de paz a todos los niveles.

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