Recemos para que los pequeños y medianos empresarios, duramente afectados por la crisis económica y social, encuentren los medios necesarios para continuar su actividad al servicio de las comunidades en las que viven.
VISITA PASTORAL A GÉNOVA. ENCUENTRO CON EL MUNDO DEL TRABAJO
Francisco, 27 de mayo de 2017
El empresario es una figura fundamental de toda buena economía: no hay una buena economía sin un buen empresario. No hay buena economía sin buenos empresarios, sin vuestra capacidad para crear, crear trabajo, crear productos. […] Es importante reconocer las virtudes de los trabajadores y las trabajadoras. Sus necesidades —de los trabajadores y las trabajadoras— tienen que ver con el hacer bien el trabajo, porque el trabajo hay que hacerlo bien. A veces se piensa que un trabajador trabaja bien sólo porque se le paga: esta es una grave desestima de los trabajadores y del trabajo, porque niega la dignidad del trabajo, que inicia precisamente el trabajar bien por dignidad, por honor. El verdadero empresario —intentaré dibujar el perfil de un buen empresario— el verdadero empresario conoce a sus trabajadores, porque trabaja junto a ellos, trabaja con ellos. No olvidemos que el empresario debe ser antes que nada un trabajador.

Si él no tiene esta experiencia de la dignidad del trabajo, no será un buen empresario. Comparte las fatigas de los trabajadores y comparte las alegrías del trabajo, la solución de los problemas, crear algo juntos. Y si debe despedir a alguien es siempre una decisión dolorosa y no lo haría, si pudiese. Ningún buen empresario ama despedir a su gente —no, quien piensa resolver el problema de su empresa despidiendo a la gente, no es un buen empresario, es un comerciante, hoy vende a su gente, mañana vende la propia dignidad—, sufre siempre, y a veces de este sufrimiento nacen nuevas ideas para evitar el despido. Este es el buen empresario. Yo recuerdo, hace casi un año, un poco menos, en la misa en Santa Marta a las 7 de la mañana, a la salida saludo a la gente que está ahí, y se acercó un hombre. Lloraba. Dijo: “he venido a pedir un favor: estoy al límite y debo hacer una declaración de quiebra. Esto significaría despedir unos 60 trabajadores, y no quiero, porque siento que me despido a mí mismo”. Y aquel hombre lloraba. Él era un buen empresario. Luchaba y pedía por su gente, porque era “suya”: “Es mi familia”. Están unidos…
COMENTARIO PASTORAL
P. Fco. Javier Duplá sj.
Los pequeños y medianos empresarios son necesarios en toda sociedad, porque ellos contribuyen a crear riqueza, disminuir la pobreza y hacer una sociedad más justa e igualitaria. Dan trabajo, están cerca de los que trabajan, se preocupan por ellos y conocen sus vidas. Los grandes empresarios – no todos, es verdad – sólo piensan en expandir su negocio por encima de fronteras, aprovechando los bajos salarios de algunos países para lucrar más. Viven en un mundo aparte y sólo sueñan con hacer millones. Se quejan de los impuestos y no toman en cuenta si sus fábricas o empresas contaminan, deforestan o acaban con los recursos naturales. No todos, vuelvo a repetir, porque hay grandes empresarios que han hecho y siguen haciendo mucho bien a miles de trabajadores.

Como dice muy bien el Papa, el trabajo humano de todo tipo se hace por dignidad, porque el ser humano necesita ser reconocido en su aporte a la sociedad. Ninguna persona con talento quiere pasar el día sin hacer nada. Antiguamente y todavía en muchas sociedades, no se considera trabajo lo que hace la mujer en su casa porque no aporta dinero. Hacer la comida, limpiar, lavar, ordenar, servir con alegría, se toman como algo natural, que no produce beneficios. Sólo fuera de la casa, en una empresa, se considera trabajo lo que se hace allí. Es una distorsión del concepto del trabajo, porque sin el esfuerzo doméstico no pueden sostenerse ni la familia, ni la vivienda ni la sociedad, ni la paz ni la armonía.

En esta época se está cambiando la forma de trabajar, porque ahora en cada vez más empresas los trabajadores lo hacen desde la propia casa por vía de internet. Esto ahorra costos de desplazamiento y contaminación, flexibiliza los horarios, pero también puede despersonalizar el trabajo. Por supuesto que hay muchos trabajos que nunca cambiarán en el sentido dicho, como la agricultura y la ganadería, la enfermería y el cuidado de la salud, la construcción de habitaciones y carreteras, etc., aunque se está desarrollando rápidamente la existencia de robots, que pueden ayudar en los trabajos pesados e incluso sustituir al ser humano, pero siempre dependiendo del talento y creatividad que Dios nos dio.

Apoyemos en este mes con nuestras oraciones a tantos pequeños y medianos empresarios que tanto bien hacen en estos momentos de crisis.

