Boletín No. 15 Abril 2021 (CLICK LEER MÁS)

Editorial

LA ÚNICA VACUNA VÁLIDA

La pandemia del corona virus y la multiplicidad de vacunas existentes ayudan a comprender el evangelio de Juan. Para él la humanidad se enfrenta a una epidemia de vida o muerte. Pero sólo hay una vacuna válida: la fe en Jesús como Hijo de Dios. El que se la inocula, consigue la inmunidad en esta vida y la supervivencia en la otra. El negacionista que la desprecia, será víctima de su obstinación.

Para nosotros, la vacuna es gratis. Pero al fabricante le ha costado la vida de su Hijo. Los dos han aceptado el sacrificio con sumo gusto: el amor de Dios. “Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó…” Juan escribió la famosa frase: “De tal manera amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Único”. Si leemos con fe estos textos, advertiremos en el tema desarrollado en el Boletín algo más profundo: ese amor se manifiesta perdonando en distintas circunstancias y por diversos motivos. Por supuesto, al leer más,  en este tema del Boletín aceptaremos que todo ello requiere una respuesta de parte nuestra. Así mismo, sugiero reflexionar con esta hermosa orientación la palabra reciente del Papa Francisco que trasciende el requerimiento del mundo moderno, un tanto indiferente y escéptico.

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El libro de la Sabiduría nos sorprende. Dice que “él que es pequeño será perdonado por misericordia, pero los poderosos serán examinados con rigor” (Sab 6,6). Para el mundo, quien posee poco es descartado y quien tiene más es privilegiado. Pero para Dios, no; quien tiene más poder es sometido a un examen riguroso, mientras que los últimos, son los privilegiados de Dios. El cambio es total. Los pobres, los que lloran, los perseguidos son llamados bienaventurados. ¿Cómo es posible esto? Bienaventurados, para el mundo, son los ricos, los poderosos, los famosos. Tiene mayor Valor quien tiene, quien puede y quien cuenta. Pero no para Dios. Para Él  no es más grande el que tiene más, sino el que es pobre de espíritu; no el que domina a los demás, sino él que es manso con todos; no el que es aclamado por las multitudes, sino el que es misericordioso con su hermano. Nos puede venir la duda: Si vivo como pide Jesús, ¿qué gano? ¿No corro el riesgo de que los demás me pisoteen? ¿Vale la pena la propuesta de Jesús?  No es un perdedor sino un sabio amoroso.

La propuesta de Jesús es sabia porque el amor, que es el corazón, aunque parezca débil a los ojos del mundo, en realidad vence. En la cruz demostró ser más fuerte que el pecado, en el sepulcro venció a la muerte. El amor es nuestra fuerza, la fuerza de tantos hermanos que han sufrido ofensas, maltratos y persecuciones por el nombre de Jesús. Mientras el poder, la gloria y la vanidad del mundo pasan, el amor permanece, “no pasa nunca”. Vivir al espíritu del evangelio, fe y obras buenas, es hacer eterno lo que pasa. Es traer el cielo a la tierra. El testimonio es el camino para encarnar la sabiduría de Jesús: amor y perdón.

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El testigo de Dios no es pasivo, ni fatalista, no vive a merced de las circunstancias, del instinto y del momento, sino que siempre está esperando, porque está orientado en el amor, “que siempre disculpa y confía, siempre espera y soporta: Fe y Buenas obras. Recordemos para nosotros esta vacuna es gratis. Pero al fabricante le ha costado la vida de su Hijo.

Álvaro Lacasta, s.j.

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