Boletín No. 19 Agosto 2021(CLICK LEER MÁS)

EDITORIAL

Continuamos  celebrando los 500 años de la conversión de San Ignacio de Loyola. Un pobre hombre en sus aspiraciones humanas y reales, auténtico cristiano a la hora de comprometerse con Cristo, en sus dichos y hechos. La suya, hazaña espiritual intransferible ante la trascendencia a través de una experiencia espiritual profunda y radical. Hoy los Jesuitas afinan de una forma sublime los numerosos modos de transmitir la presencia abrasadora de Dios, válida para todos los siglos: “No el mucho saber harta y satisface el alma, más el sentir y gustar de las cosas internamente” (Ej. 21).

José Mª Fernández-Martos Foto: www.serjesuita.es/

Hoy, José María Fernández-Martos, nos brinda la original reflexión sobre el humor, la poesía  y  el Espíritu, todo ello se articula y configura desde el camino de la conversión y espiritual que recorrió San Ignacio de Loyola. Palabra llena y comprometida generosamente con los demás, y nosotros. Podemos atestiguar, ¡Qué extraña condición de que nada colme al hombre, angosta ventana de palpable  finitud y mucho paisaje de huidiza infinitud!: “la sed que tengo no me la colma el beber” (Machado). Excelente y original artículo, que no tiene pierde.

La hermosa participación de José de Tolentino: “Percibí que estaba sediento”, tiene mucho que ver con la que ofrece José María: “El elogio de la sed” no es sólo poesía. El embrujo de los ríos que nos citan en el mar, cuanto tiene que ver con la “sed de Ignacio”. Así son las cosas. El río de la vida, en el Cardoner, aumentaría la sed de Ignacio de por vida. Contactar con su propia sed, no fue fácil para Ignacio, tampoco lo será para nosotros. La trasformación no se produce si impermeabilizamos la vida en su certeza y nos proyectamos en una idealización que luego nos impide ver la vida tal como es, con sus formas y sus deformaciones, con sus susurros y sus gritos. A veces estamos absolutamente sedientos y no nos apercibimos de ello. La capacidad de autoengaño es muy frecuente: parece que todo fluye, pero en el fondo no es así. Hablar de sed es comenzar a auscultar en profundidad de la vida. Ante la sed nos preguntamos: pero… ¿sedientos de qué?; ¿de quién? No podemos simular que la sed no existe. De que sepamos “escucharla” depende la cualificación espiritual de la vida. Es decir, si escuchamos la propia sed interpretamos el deseo que habita en nosotros.

P. James Martín, s.j Foto: www.revistasic.gumilla.org

Y finalmente, el aporte del P. James Martín, s.j., experto mundialmente en el tema de la oración: No oramos porque no sabemos, no sabemos porque no oramos. Expresa en su título: “Ser hermanos no es simplemente cuidarnos los unos a los otros, sino hacernos amigos”. Este jesuita sacerdote, escritor y editor general de la revista Jesuita América, también es autor de los best sellers en The New York Times. Este libro de la oración se diferencia de otros en que trata de hablar de lo que ocurre cuando se reza. Lo que la gente quiere saber es qué pasa cuando rezas. El padre Martín afirma: “cuando digo todo el mundo puede rezar, lo digo de verdad”. Añade: “Dios busca una relación con cada uno, creo que todos podemos experimentarla. Y todos tenemos el deseo de rezar, tenemos un deseo de estar en una relación con Dios. Yo diría que este deseo viene de Él. Es la manera que tiene Dios de acercarnos a Él. Por eso ese deseo de oración es el deseo de Dios para ti y es así para todos”.

Aquí, hace referencia al resumir la gran encíclica del Papa Francisco Laudato Si, con una frase poderosa que él usa: “Todo está conectado”; resumiendo, “Todos están conectados”… Hacernos amigos. Significa tomarse el tiempo para escucharnos, unirnos a los demás en tiempos difíciles e incluso llorar con ellos. ¡Y reír también! En este caso, una de las cosas más importantes es que el que busca reconozca que el mismo deseo por la oración proviene de Dios: “Así es Dios los está atrayendo”. Cuenta una experiencia personal: “Una pequeña placa en una casa de retiro resumió para mí: “Lo que buscas te está buscando”.

Foto: www.conferenciaepiscopal.es/

Como complemento real, el Papa Francisco, en una catequesis, sobre la oración, formuló el tema de la oración: “Dios responde siempre”. Recordó: “el pedir, el suplicar es algo muy humano, dependemos de la bondad del Señor. El ser humano es una invocación, que a veces se convierte en grito, a menudo contenido. El alma se parece a una tierra árida, sedienta, como dice el salmo (63,2). Todos experimentamos en un momento u otro de nuestra existencia el tiempo de la melancolía o de la soledad. La Biblia no se avergüenza de mostrar la condición humana marcada por la enfermedad, por las injusticias, la traición de los amigos, o la amenaza de los enemigos. No hay orante en el libro de los Salmos que levante su lamento y no sea escuchado”.

Conectados con todos los hombres y mujeres  pidamos a Dios que vivifique nuestra oración y transforme nuestro corazón.

Álvaro Lacasta s.j.

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