Boletín No. 24 Febrero 2022 (CLICK LEER MÁS)

EDITORIAL

La justicia sin la fuerza es impotente, la fuerza sin la Justicia es tiránica.

Blaise Pascal (1623 – 1662).

Matemático, Físico y Filósofo Francés

La agenda de 2021.2022 se perfila, nuevamente como un año desafiante para los movimientos sociales y la humanidad entera. Las contradicciones siguen  aumentado. Unas de ellas denunciada por las estadísticas más verificables, lo más ricos continúan enriqueciéndose  sin pausa. La actual crisis ha jugado y continúa jugando como un disparador de las brechas sociales.

Otra significativa contradicción: mientras que en el norte “desarrollado” se aplicaron en este fin de año la 3era y 4ta dosis entre la población que quieren inmunizarse, en una parte de los países “periféricos” las vacunas disponibles cubren apenas un escaso porcentaje de su población.

Foto: www.crc891.com

Un dato doloroso: poco más del 7% de las personas en los países de ingreso bajo han recibido una dosis, mientras ese porcentaje se eleva hasta un 75% en los países de ingreso alto. Desigualdad que se acentúa por la decisión de los países ricos y las multinacionales que producen las vacunas de impedir que esta se produzca libremente en distintos lugares del mundo.

La pandemia ha dejado claro lo inhumanos y crueles que podemos ser: los ricos se han aprovechado de la situación y se han enriquecido mucho más, mientras que los pobres se han vuelto mucho más pobres. Las ganancias importan más que la vida. Las vacunas se han distribuidos de manera desigual, dejando a los pobres expuestos al contagio y a la muerte. África, un continente entero, con más de mil millones de personas, ha sido olvidado. Solo el 10% de su población ha sido vacunada. La muerte es particularmente frecuente entre los niños debido a la insensibilidad e inmunidad de nuestra civilización globalizada. Es el imperio de la barbarie que niega  cualquier sentido de civilización.

La solución a la crisis climática, el hambre, la migración forzada y la pobreza extrema reside en los pueblos, no es el gran poder corporativo multinacional. Debe surgir de los principios de la soberanía alimentaria y de la justicia social y debe considerar a la alimentación como derecho humano fundamental y no como una mercancía para la especulación comercial. El hambre sigue siendo una realidad dramática.

La cumbre climática mundial de Glasgow desnudó el choque de dos concepciones confortada en decenas de ciudades del mundo durante la COP26 para enfatizar que la “urgencia climática” debe ser la clave de interpretación de una sociedad humana en carrera acelerada hacia su autodestrucción. Quedan  pendiente para este caso tres frustraciones civilizatorias superpuesta: la no resuelta brecha  contra el hambre; el perdido combate por el clima, y la crisis pandémicas. Trilogía de un sistema mundial en crisis, expresión de un planeta cada día más flagilizado. Perspectivas para este año sumamente inciertas.

El tiempo de las naciones ha pasado. Debemos construir la casa común, de la cual se insertan las diversas acciones culturales, siempre entrelazadas formando una sola casa común, incluida la naturaleza.

Los analista, especialmente los biólogos preguntan con razón: ¿todavía tenemos derecho a vivir en este planeta? Nuestra formas de ser, producir y consumir amenazan a todas las demás especies. La gran amenaza mortal en el planeta no proviene de un meteorito pastando, sino del ser humano bárbaro especialmente entre las capas más opulentas de la población.

Sin embargo, siendo sinceros y realistas, entre los pobres y los marginados, la humanidad, la solidaridad, el apoyo mutuo, el cuidado de las cosas comunes, aún se conserva, como se ha mostrado durante ese periodo de pandemia mundial. ¿A dónde vamos? ¿Qué cambios necesitamos hacer si queremos asegurar un futuro para nosotros y nuestros descendientes?

Foto: www.republica.com

El estómago de la Madre Tierra no digerirá las monstruosidades presentes; porque juntos con la indispensable resistencia humana  anulara las presentaciones incontrolables de los multimillonarios globales. Como nunca antes de la historia, el destino de nuestras vidas depende de las decisiones que tenemos que anotar colectivamente. Y no digo más.

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