Boletín No.9 Octubre – 2020 (CLICK LEER MÁS)

EDITORIAL

Levanten los ojos al cielo, miren abajo, a la tierra: el cielo se disipa como humo, la tierra se gasta como ropa,sus habitantes mueren como mosquitos pero mi salvación dura por siempre mi victoria no tendrá fin” (Isaías 51, 6-7).

El mapa que muestra el número de infectados y muertes en el mundo, demuestra un bombardeo constante de información que puede provocar una mayor ansiedad con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.

El miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos y menos receptivos a lo externo. Y nos preguntamos en estas circunstancias, ¿está cerca un mundo feliz? Pareciera que estábamos  mejor cuando creíamos que estábamos peor.

El sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra humanidad. “El virus no es una gripita”. La pandemia sigue retando: ¿alarmismo o peligro real?…

A veces, romper las normas sociales puede tener consecuencias nocivas e involuntarias. Normalmente cuando hay temor a una enfermedad nos volvemos más vigilantes y nos convertimos en jueces del comportamiento del otro. A lo largo de gran parte de la historia humana muchas normas rituales cumplen esta función de mantener a raya a las enfermedades.

“Nos tenemos que poner bolsas de basura en la cabeza”, dice una médico que atiende a los pacientes más graves del covid-19 en el Reino Unido. La inequidad ha generado nuevas formas de violencia social que brotan del malestar de las poblaciones ante la impotencia de no lograr una vida digna.

Muy aguda y claramente, Rafael, en el artículo de este número del Boletín, nos ofrece gran orientación, respecto de cuanto tratamos. Abramos la ventana: “Muchas personas y familiares enteras se ven forzadas a migrar por guerras o situaciones precarias de vida. Otros padecen la amenaza de grupos de poder, sean del narcotráfico o de ideologías de control político de las poblaciones. Esto sin contar a quienes coaptados a la fuerza para el tráfico de órganos y de personas. En todos estos hechos se encuentran profundos síntomas de un mundo deshumanizado y vaciado de solidaridad global”.

En el siguiente artículo, “En todo amar y servir” encontraremos, la respuesta ideal y real a la exigencia permanente de una nueva vida más justa y fraterna. ¿Cómo lograr la liberación de tantas ataduras que envidian e impiden la realización humana? De verdad, ¿queremos la transformación del mundo? Ignacio de Loyola nos da la clave diciendo que quienes se compadecen se comparecen y se hacen hermanos del herido, aunque ellos crean no conocerlo. Esta es la profunda verdad de toda conciencia y el núcleo inspirador de la condición humana. Esta es la clave, esta es una poderosa palanca para transformar nuestra sociedad venezolana.

Si de verdad nos damos cuenta de la tragedia que vivimos, si de verdad nos damos cuenta que la mayoría del mundo sigue siendo pobre, carente de bienes básicos, sin oportunidad de tener posibilidades para una vida digna nos plantearemos la pregunta que Alicia Álamo nos indica en sus páginas: “Todo esto es: ¿Fantasía  –  Utopía? Tal vez… si no iniciamos una cruzada de verdad personal, social, moral y política, en pocas palabras, de amor a la verdad, en todos los ámbitos de la vida humana, seguiremos aplastados, desarmados, sin aliento ni esperanza en el pujante reino del padre de la mentira”.

Álvaro Lacasta s.j.

Boletin-octubre2020

Red-Mundial-Venezuela

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