Intención Abril 2022: Por el personal sanitario (CLICK LEER MÁS)

Recemos para que el compromiso del personal sanitario de atender a los enfermos y a los ancianos, especialmente en los países más pobres, sea apoyado por los gobiernos y las comunidades locales.

MENSAJE PARA LA XXVIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO

Francisco, 11 de febrero de 2020

Queridos agentes sanitarios: Cada intervención de diagnóstico, preventiva, terapéutica, de investigación, cada tratamiento o rehabilitación se dirige a la persona enferma, donde el sustantivo “persona” siempre está antes del adjetivo “enferma”. Por lo tanto, que vuestra acción tenga constantemente presente la dignidad y la vida de la persona, sin ceder a actos que lleven a la eutanasia, al suicidio asistido o a poner fin a la vida, ni siquiera cuando el estado de la enfermedad sea irreversible.

En la experiencia del límite y del posible fracaso de la ciencia médica frente a casos clínicos cada vez más problemáticos y a diagnósticos infaustos, estáis llamados a abriros a la dimensión trascendente, que puede daros el sentido pleno de vuestra profesión. Recordemos que la vida es sagrada y pertenece a Dios, por lo tanto, es inviolable y no se puede disponer de ella (cf. Instr. Donum vitae, 5; Carta enc. Evangelium vitae, 2953). La vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios, autor de la vida. En ciertos casos, la objeción de conciencia es para vosotros una elección necesaria para ser coherentes con este “sí” a la vida y a la persona. En cualquier caso, vuestra profesionalidad, animada por la caridad cristiana, será el mejor servicio al verdadero derecho humano, el derecho a la vida. Aunque a veces no podáis curar al enfermo, sí que podéis siempre cuidar de él con gestos y procedimientos que le den alivio y consuelo.

 Lamentablemente, en algunos contextos de guerra y de conflicto violento, el personal sanitario y los centros que se ocupan de dar acogida y asistencia a los enfermos están en el punto de mira. En algunas zonas, el poder político también pretende manipular la asistencia médica a su favor, limitando la justa autonomía de la profesión sanitaria. En realidad, atacar a aquellos que se dedican al servicio de los miembros del cuerpo social que sufren no beneficia a nadie.  En esta XXVIII Jornada Mundial del Enfermo, pienso en los numerosos hermanos y hermanas que, en todo el mundo, no tienen la posibilidad de acceder a los tratamientos, porque viven en la pobreza. Me dirijo, por lo tanto, a las instituciones sanitarias y a los Gobiernos de todos los países del mundo, a fin de que no desatiendan la justicia social, considerando solamente el aspecto económico. Deseo que, aunando los principios de solidaridad y subsidiariedad, se coopere para que todos tengan acceso a los cuidados adecuados para la salvaguardia y la recuperación de la salud. Agradezco de corazón a los voluntarios que se ponen al servicio de los enfermos, que suplen en muchos casos carencias estructurales y reflejan, con gestos de ternura y de cercanía, la imagen de Cristo Buen Samaritano.

COMENTARIO PASTORAL

Ya llevamos más dos años desde que comenzó la pandemia del coronavirus, con miles de personas enfermas, infectadas y muertas. Está siendo un período difícil, del que le pedimos al Señor, a la Virgen y al beato José Gregorio que podamos salir pronto. Por todo ello es muy oportuna la intención del apostolado de la oración para este mes.

El Santo Padre reconoce la importancia del trabajo de tantos médicos, enfermeras, agentes de la salud y cuidadores de todo tipo que se esmeran en atender a tantos miles de pacientes, aun con riesgo de quedar contagiados. Cada enfermo es diferente y lleva su enfermedad de manera diferente, pero todos sabemos que algún día tenemos que morir. Por eso son importantes los cuidados paliativos, pero aún es más importante ponerse en manos de Dios, porque él nos ayuda a este tránsito definitivo. Lo que no se puede hacer es acortar artificialmente la vida, por más que se adorne el hecho con el bonito nombre de eutanasia, buena muerte. Se quiere disimular que es una especie de suicidio, inducido o no.

Lo dice el Papa muy bien: “La vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios, autor de la vida.” Es lo que hacen profesionales de la salud de instituciones como Médicos sin Fronteras, que se dedican a tratar pacientes en países pobres, que carecen de medios. Para ello hace falta mucha generosidad y profunda fe en Dios, y un gran respeto por la vida, especialmente cuando está amenazada por descuido o por indiferencia frente a este regalo de Dios.

Y los gobiernos nacionales y locales deben atender a la salud mucho más de lo que lo hacen ahora. Deben dedicar esfuerzo y dinero no para comprar armamento destructivo de la vida y de la salud, sino para construir hospitales y atender bien en ellos a los que carecen de recursos económicos. Hay que cambiar mentalidades de los que gobiernan para que destinen pocos o ningún recurso para la guerra y muchos o todos los recursos para la paz.

P. Fco. Javier Duplá sj.

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