Por los educadores
“Oremos para que los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la competencia y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables”
ENCUENTRO RELIGIONES Y EDUCACIÓN
Francisco, 5 de octubre de 2021
P. Fco. Javier Duplá s.j.
Si queremos un mundo más fraterno, debemos educar las nuevas generaciones «reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite» (Carta enc. Fratelli tutti, 1). El principio fundamental del “conócete a ti mismo” siempre ha orientado la educación, pero es necesario no olvidar otros principios esenciales: “conoce a tu hermano”, para educar a la acogida del otro (cf. Carta enc. Fratelli tutti; Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019); “conoce la creación”, para educar al cuidado de la casa común (cf. Carta enc. Laudato si’) y “conoce el Trascendente”, para educar al gran misterio de la vida.
Para nosotros significa mucho una formación integral que se resume en el conocerse a sí mismo, conocer al propio hermano, la creación y el Trascendente. No podemos ocultar a las nuevas generaciones las verdades que dan sentido a la vida. Desde siempre las religiones han tenido una estrecha relación con la educación, acompañando las actividades religiosas con las educativas, docentes y académicas. Como en el pasado también hoy, con la sabiduría y la humanidad de nuestras tradiciones religiosas, queremos estimular una renovada acción educativa que pueda hacer crecer en el mundo la fraternidad universal. Si en el pasado las diferencias nos han puesto en contraste, hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios y para educar a las nuevas generaciones a la convivencia pacífica en el respeto recíproco.
Por tanto, la educación nos compromete a no usar nunca el nombre de Dios para justificar la violencia y el odio hacia otras tradiciones religiosas, a condenar cualquier forma de fanatismo o de fundamentalismo y a defender el derecho de cada uno a elegir y actuar según su propia conciencia. Si en el pasado, también en nombre de la religión, se han discriminado las minorías étnicas, culturales, políticas o de otro tipo, hoy nosotros queremos defender la identidad y la dignidad de cada persona y enseñar a las nuevas generaciones a acoger a todos sin discriminación. Por tanto, la educación nos compromete a acoger al otro tal como es, no como yo quiero que sea, como es, y sin juzgar ni condenar a nadie. Si en el pasado los derechos de las mujeres, de los menores, de los más débiles no han sido respetados siempre, hoy nos comprometemos a defender con firmeza esos derechos y enseñar a las nuevas generaciones a ser voz de los sin voz. Por tanto, la educación nos pide repudiar y denunciar cualquier violación de la integridad física o moral de cada individuo. Y la educación nos debe hacer comprender que el hombre y la mujer son iguales en dignidad, que no haya discriminaciones.
COMENTARIO PASTORAL
La cultura actual promueve una educación individualista y autocentrada: lo que importa es que el niño o la niña se autoestimen y prescindan de valores que miran a los demás. Los educadores tienen que cambiar ese enfoque y centrar la educación en lo que dice el papa: “Para nosotros significa mucho una formación integral que se resume en el conocerse a sí mismo, conocer al propio hermano, la creación y el Trascendente. No podemos ocultar a las nuevas generaciones las verdades que dan sentido a la vida.” Eso es lo principal: que los alumnos adquieran un sentido de la vida en el que predomine lo positivo, abierto a la trascendencia y al amor a los demás y a la creación. Esa educación hace progresar a los pueblos, como lo han experimentado Finlandia, Japón, Singapur y otros países, y evita o hace muy difícil que surjan gobernantes como el de Rusia o Nicaragua.
En Venezuela muchos buenos educadores se han retirado de la docencia porque con el sueldo que perciben no pueden ni comer. El resultado es desastroso: millones de niños y adolescentes no van a las aulas y no aprenden a leer, escribir y las operaciones fundamentales, no saben para qué viven, no tienen raíces familiares ni sociales. ¿Qué les espera en la vida? Para muchos de ellos su horizonte es sumarse a los grupos de delincuencia y droga cuando son invitados.
Como dice muy bien Antonio Pérez Esclarín, “Si realmente estamos convencidos de que la educación de calidad para todos es exigencia para la dignidad y libertad de las personas, clave de la democracia política, del crecimiento económico y de la equidad social, debería ocupar el primer lugar entre las preocupaciones públicas y entre los esfuerzos nacionales.” (“Salvar la educación para salvar a Venezuela”, SIC digital, 6 de diciembre 2022).
Venezuela no saldrá de este pozo en el que la sumió el chavismo, si los gobernantes no toman en serio la educación, lo cual significa mucho mejores sueldos para los educadores, planes de estudio que cultiven los valores, apoyo de las familias y de toda la sociedad.
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