POR LOS ENFERMOS TERMINALES
INTENCIONES DE ORACIONES
CONFIADAS A LA RED MUNDIAL DE
ORACIÓN
ENERO 2024
“Oremos para que los enfermos terminales y sus familias reciban siempre los cuidados y el acompañamiento necesarios, tanto desde el punto de vista médico como humano”.
[…] Cuando la enfermedad llama a la puerta de nuestra vida, aflora siempre en nosotros la necesidad de tener cerca a alguien que nos mire a los ojos, que nos tome de la mano, que manifieste su ternura y nos cuide, como el Buen Samaritano de la parábola evangélica. (cf. Mensaje para la XXVIII Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero de 2020).
El tema del cuidado de los enfermos, en las fases críticas y terminales de la vida, invoca la tarea de la Iglesia de reescribir la “gramática” de hacerse cargo y de cuidar de la persona que sufre. El ejemplo del Buen Samaritano enseña que es necesario convertir la mirada del corazón, porque muchas veces los que miran no ven. ¿Por qué? Porque falta compasión. Se me ocurre que, muchas veces, el Evangelio, al hablar de Jesús frente a una persona que sufre, dice: “se compadeció”, “se compadeció”. Un estribillo de la persona de Jesús. Sin compasión, el que mira no se involucra en lo que observa y pasa de largo; en cambio, el que tiene un corazón compasivo se conmueve y se involucra, se detiene y se ocupa de lo que sucede.
Alrededor de la persona enferma es necesario crear una verdadera plataforma humana de relaciones que, al tiempo que fomentan la atención médica, se abran a la esperanza, especialmente en aquellas situaciones límite en las que el dolor físico va acompañado de desamparo emotivo y angustia espiritual.
El enfoque relacional ―y no meramente clínico― con el enfermo, considerado en la singularidad e integridad de su persona, impone el deber de no abandonar nunca a nadie en presencia de males incurables. La vida humana, por su destino eterno, conserva todo su valor y dignidad en cualquier condición, incluso de precariedad y fragilidad, y como tal es siempre digna de la más alta consideración.
Santa Teresa de Calcuta, que vivió el estilo de la cercanía y del compartir, preservando hasta el final el reconocimiento y el respeto de la dignidad humana, y haciendo más humano el morir, decía: «Quien en el camino de la vida ha encendido incluso solo una luz en la hora oscura de alguien no ha vivido en vano».
A este respecto, pienso en lo bien que funcionan los hospices para los cuidados paliativos, en los que los enfermos terminales son acompañados con un apoyo médico, psicológico y espiritual cualificado, para que puedan vivir con dignidad,
confortados por la cercanía de sus seres queridos, la fase final de su vida terrenal. Espero que estos centros continúen siendo lugares donde se practique con compromiso la “terapia de la dignidad”, alimentando así el amor y el respeto por la vida. […]
COMENTARIO PASTORAL
El Papa Francisco sabe bien de lo que habla. Él ha sufrido situaciones de mala salud, tanto cuando era joven como ahora especialmente. Él sabe que está próximo su fin y por eso ha indicado que desea ser enterrado en Santa María la Mayor, y ha simplificado las ceremonias del entierro de un papa: «Estuve con el ceremoniero preparando los ritos de las exequias del Papa, para simplificarlos bastante». Es una mirada llena de fe, que no le teme a la muerte, porque sabe que es el encuentro definitivo con Dios que tanto nos quiere.
En los enfermos terminales el dolor físico va muchas veces acompañado de desamparo emotivo y angustia espiritual. Es verdad. No sentir cerca a una persona que te quiere aumenta el dolor físico y sobre todo el psicológico. A eso puede sumarse la angustia espiritual de no saber qué pasará después de que muera, a dónde irá, cómo será recibido por Dios. Santa Teresa de Calcuta fue una santa extraordinaria que cuidó de enfermos pobres y terminales toda su vida. “Los cuidados paliativos son un tipo de atención médica que se centra en la paliación del dolor y los síntomas de un paciente terminal y en atender sus necesidades emocionales y espirituales al final de la vida. Los cuidados paliativos priorizan la comodidad y la calidad de vida al reducir el dolor y el sufrimiento. Los cuidados paliativos ofrecen una alternativa a las terapias centradas en medidas para prolongar la vida que pueden ser arduas, probablemente causar más síntomas o no estar alineadas con los objetivos de una persona.” Tiene razón este artículo tomado de Wikipedia. Es el acompañamiento humano la mejor medicina para ayudar a morir en paz. Es la atención a las necesidades emocionales y espirituales que todos tenemos. Vamos a pedir al Señor en este mes que sepamos acompañar a los moribundos con nuestra oración y nuestra presencia paliativa.
P. Fco. Javier Duplá sj.
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